"Emigrar implica echar raíces y olvidarte de regresar"; por Tomás Castellano

«Emigrar implica echar raíces y olvidarte de regresar»; por @ViejoCaste

No es por casualidad que me viene a la mente titular el presente artículo con una aparente verdad de Perogrullo. Y digo esto porque se supone que el emigrante lleva entre sus planes y aspiraciones “echar raíces” en algún lugar fuera de su país de origen. Es decir, el emigrante no es un turista, no anda de paseo; aunque probablemente pueda dedicar sus esfuerzos previos o iniciales a la emigración a conocer mejor su destino migratorio, inclusive a estudiar las diferentes opciones. En conclusión, emigrar no es un «mientras tanto», aunque pueda parecerlo o ser una aspiración oculta, sobre todo cuando la voluntad de emigrar ha sido forzada por los padres, amigos, familiares o cualesquiera otros terceros.

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Una vez encontrado el país destino de la migración, es necesario dedicar los recursos necesarios para convertirse en INMIGRANTE. Es decir, obtener la residencia, permiso de trabajo, licencias de conducir, seguridad social, asistencia médica y los demás documentos que permiten al inmigrante ser considerado en tal condición en ese país.

El inmigrante también debe encontrar una fuente legal de ingresos, bien sea por medio de un empleo o un emprendimiento. Debe dedicar tiempo a conocer el idioma, la historia y cultura del país receptor, iniciándose un proceso de adaptación plena, con la conciencia de que es un extranjero que logró radicarse en ese lugar.

Creo importante hacer un paréntesis para destacar dos categorías de migrantes que pueden tener la expectativa del regreso en el corto plazo: estos son los repatriados, quienes en primera o segunda generación están de vuelta en su país (por ejemplo, españoles y descendientes de españoles volviendo a España), quienes no son propiamente inmigrantes, porque son nacionales de ese país volviendo a casa. Sin embargo, puede ser que ese presunto regreso sea mientras cambian las condiciones en el país de origen (en nuestro caso, Venezuela).

En la otra categoría están los refugiados o asilados, quienes obtienen un estatus temporal, con una protección especial, que podría llevarlos en el futuro a solicitar la residencia o a volver a su país de origen, una vez que las condiciones que lo llevaron a emigrar hubieren cambiado, sean estas políticas, económicas, humanitarias, etc.

Si no estás en una de las categorías anteriores, pero en tu mente está el deseo latente de regresar o en tus planes; te será muy difícil adaptarte al país receptor. Basta observar a los diferentes extranjeros en Venezuela en condición de inmigrantes, aún aquellos que nunca llegan a nacionalizarse, quienes después de que sus países de origen han mejorado sus condiciones de vida, siguen en Venezuela, a veces a pesar de las condiciones actuales.

Con esto quiero decirte que en la inmigración se produce un proceso de nacionalización mental, cultural, etc., que hace que tú mismo consideres al país que te acogió como si fueras un nacional; y hace que solo sentimentalmente pienses en tu país de origen, sobre todo si ya lograste estabilidad laboral, estabilidad económica o estabilidad familiar.

Probablemente echar raíces no era tu plan inicial, pero el proceso migratorio tiene sus consecuencias naturales y esta es una de ellas. De tal manera que, si estás consciente de ese proceso o esa consecuencia, es mejor que lo manejes a voluntad y no dejes que ocurra en forma automática, porque de la primera forma será más gratificante y menos nostálgico.

Asimismo, y a manera de espejo, te vas desarraigando de tu país de origen, te vas convirtiendo en un extranjero en este; ya la familia va cambiando, los amigos se reubican, se pierden o se alejan, las nuevas costumbres tuyas ya no calzan en Venezuela y el estilo de vida que creías tener antes de emigrar ya no existe. Más aún en la Venezuela actual. Hago estas acotaciones para que no te pase que seas doblemente extranjero; como les pasó a los españoles que se fueron a Venezuela cuando el Franquismo los hizo emigrar, o a los alemanes e italianos en la época de la segunda Guerra Mundial.

Así las cosas, debo afirmar que emigrar implica echar raíces en tu nuevo país y olvidarte de regresar. ¿Doloroso pensarlo? Sí, seguramente lo es; pero es una verdad del tamaño de un templo. Además, las condiciones actuales de Venezuela que te han hecho emigrar, y la forma como buena parte de quienes no pueden emigrar (así lo añoren o lo aspiren) lo han tomado, criticando y condenando a quienes han tenido la oportunidad y el valor de hacerlo; ha creado una división que puede llegar a ser muy difícil de superar.

Voy a ir más allá de lo que es políticamente correcto y te voy a echar un «balde de agua fría» si estás pensando en que pronto vas a regresar: Venezuela no va a volver a ser la de antes del chavismo. El país ha sido estructuralmente destruido, se ha desinstitucionalizado y reinstitucionalizado en forma caótica; más del 60% de las industrias están cerradas, lo que tardará años en echarlas a andar si el cambio político fuera hoy; la corrupción y los antivalores se han generalizado, hay tantas armas sofisticadas en manos de la delincuencia, que será difícil diseñar un efectivo plan de desarme; las mafias están arraigadas en todos los procesos gubernamentales, el narcotráfico ha penetrado todos los niveles de las nuevas instituciones y esto es ha sido difícil de cambiar en los países que han pasado por eso… y la gente… aquí vale un «¡ay, la gente!».

Somos un pueblo dividido, entre los que queremos libertad y democracia y los que quieren es un contacto en el gobierno para enriquecerse o para manejar una mafia, sea esta de comida, gasolina, vehículos, seguridad, etc. Hay quienes han hecho estudios científicos, determinando estadísticamente los ciclos económicos y políticos, llegando a la conclusión de que no habrá una recuperación importante hasta después de 25 años de la salida del castrocomunismo… y en 25 años tú debes haber echado raíces, debes haber cambiado mucho, debes haber formado una familia y no te va a convenir regresarte a venezuela, ni vas a querer regresarte.

Entonces, si decidiste emigrar, la consecuencia necesaria es que decidas echar raíces. Si tienes que aprender un nuevo oficio, hazlo, si tienes que hacer un esfuerzo adicional para revalidar o convalidar títulos profesionales, hazlo; si tienes que esforzarte por estudiar de nuevo o hacer un postgrado, hazlo; si tienes que certificarte, hazlo. No esperes a ver si en Venezuela hay un cambio para regresarte. Si piensas en regresarte, mejor hazlo ahora, antes de que tú cambies y ya te sea imposible adaptarte a este nuevo país. Ya no pienses, ni te lamentes, por la playa bonita… España tiene también bonitas playas. La rumba sin control, olvídala, y aprende a salir de tapas cumpliendo con las normas españolas.

Solo te queda una cosa que es difícil de superar, esta es la familia que quedó en Venezuela. Pues, cambia el paradigma, tu familia es ahora la que construyas en tu nuevo país; a menos que tus condiciones legales y económicas te permitan pedir la reunificación familiar y pedir a tu familia, lo cual puede ser posible y es muy loable que trates de salvar a tu familia de aquello de lo que tú estás tratando de salvarte.

Este artículo puede parecerte muy extremo, muy chocante. Si es así, he logrado mi objetivo al escribirlo: darte un golpe de realidad.

Escrito por: Tomás Antonio Castellano / @ViejoCaste en Twitter

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