"Emigrar de Venezuela es mejor que quedarse a morir de hambre"; por Tomás Castellano

«Emigrar de Venezuela es mejor que quedarse a morir de hambre»; por Tomás Castellano (@ViejoCaste)

Recientemente me reuní con mi amigo Humberto Osorio, quien es economista, con postgrado en gerencia y muy preocupado e informado de lo que pasa en Venezuela, porque, entre otras razones, vive en el país y patentiza cada día la realidad, la cual va más allá de cualquier pronóstico basado en fórmulas matemáticas, econométricas y de cualquier índole que no sea la simple comparación con el modelo cubano fidelista.

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En dicho encuentro nos dedicamos a hacer unos cálculos matemáticos de economía personal, tomando en consideración las orientaciones de la microeconomía y la macroeconomía, para determinar la verdad de la afirmación que algunos hacen que dice: «Para irme a pasar trabajo en otro país, me quedo pasando trabajo en Venezuela».

Es preciso decir que, para el momento de escribir este artículo, recién terminaba una entrevista con el gerente de una empresa quien me manifestaba su preocupación e interés en hacer algo urgente, porque los trabajadores recurrentemente se están desmayando o desvaneciendo en su lugar de trabajo porque no tienen comida para llevar al trabajo y se pasan el día sin comer absolutamente nada.

Tomamos como ejemplo base la situación de una persona cuya capacidad de producción lo podría llevar a obtener como remuneración un (01) salario mínimo, en cualquier país, o algo menos que éste mientras obtiene un permiso de trabajo y es empleado informalmente. Lo comparamos con un empleado que tiene como ingreso un salario mínimo más cesta ticket, en Venezuela.

Aclaratoria (Hoy en Venezuela no se puede obtener efectivo de los bancos, sino en forma muy limitada; por ATM Bs 10 mil, y alguno un billete de Bs. 100 mil, por taquilla algo similar a excepción del pago de pensiones a los jubilados que en algunos casos puede alcanzar Bs. 400 mil si el banco tuviera billetes de Bs. 100 mil)

La conclusión fue que, en Venezuela, ese joven podría (si logra conseguir algo de efectivo sin que deba pagar el 150% o el 200% por este):

  • Vivir arrimado en donde le dieran un espacio para poner una colchoneta o colgar una hamaca. (Si busca la no dependencia de sus padres, suponiendo que estos tengan casa donde vivir)
  • Comer sólo una comida al día conformada por: UN HUEVO, una cucharada de queso blanco y una arepa de 33 gramos.
  • Bañarse con un jabón de lavar ropa.

 

  • Lavar la ropa que viste, cada tres días.
  • Usar crema dental colocando una pizca en un cepillo de dientes que no podrá renovar.
  • Asistir a su lugar de trabajo usando el autobús de precios subsidiados.

Y ya se le acabaría el dinero, sin posibilidades de usar desodorantes, champú, colonia; sin poder recrearse (más allá de caminar por la ciudad), sin poder ayudar a alguna otra persona, sin comprar medicinas ni siquiera para un dolor de cabeza; no podría comprarse un par de medias nunca, mucho menos zapatos cada seis meses, ni una camisa o pantalón, ni ropa interior. No podría tener una novia, porque no podría visitarla a menos que viviera cerca de él y que fuera tan amorosa que no le importase que él huela a jabón azul (en el mejor de los casos). No podrá tomarse un refresco, ni un café, mucho menos una cerveza.

En Venezuela no podrá salir después de la 6 de la tarde a la calle sin exponerse a ser víctima del hampa.

Esta forma de vida indudablemente que deterioraría su salud física y emocional, debiendo buscar ayuda en la fe, porque no podrá pagar medicinas que el sistema público de salud no suministra.

Mientras que un inmigrante que consigue un empleo en el cual le paguen el salario mínimo en otro país (tomamos como ejemplo Chile) podría:

  • Vivir en una modesta habitación alquilada, con cama, ventilador y acceso a un baño común.
  • Comer las TRES COMIDAS completas y de calidad.
  • Usar Jabón de tocador para bañarse.
  • Usar Champú.

 

  • Lavar su ropa (si tiene sólo una muda) todos los días.
  • Usar desodorante y una modesta colonia.
  • Usar crema dental y enjuague bucal, después de cada comida, al levantarse y al acostarse.
  • Asistir a su lugar de trabajo en transporte público y eventualmente pagar un taxi.

 

  • Comprarse una botella de vino cada fin de semana.
  • Comprarse un pantalón, una camisa, un interior y un par de medias, cada mes.
  • Comprar un par de zapatos cada 6 meses.
  • Comprar una caja de vitaminas o analgésicos cada mes.

 

  • Merendar tres veces por semana.
  • Asistir una vez al mes a un museo, cine u otro lugar de recreación de bajo costo.
  • Podrá comunicarse con su familia una vez por semana usando los servicios de telefonía o internet pagados.
  • Podrá enviar a su familia en Venezuela el equivalente a ocho (8) dólares cada mes y le quedaría dinero para ahorrar o para imprevistos
  • Evidentemente, que podría ligar una novia y compartir con ella los paseos y la botella de vino; lo cual ayudaría a mantener alta su autoestima. Y podrá salir a pasear sin el temor a ser víctima del hampa, por supuesto que con ciertas precauciones.

Conclusión: es cierto, pero en sentido inverso, que no es lo mismo irse a pasar trabajo a otro país que quedarse a pasar trabajo en Venezuela; porque, además de lo antes descrito, hay una realidad de política dominatriz en Venezuela que está aumentando aceleradamente el deterioro de la vida (porque ya no es posible hablar de calidad de vida), cuando decimos «política dominatriz» nos referimos a que las acciones y decisiones del régimen dictatorial en Venezuela son hechas con toda la insana intención de dañar, subyugar y matar de hambre, miseria y enfermedades a los venezolanos; no es ineptitud (que existe), tampoco es falta de recursos (que existen y se los roban); es la más maligna intención comunista.

Un ejemplo de la intención dañosa es la prohibición que ha hecho la narco-dictadura comunista de transportar comida, carnes, leche, quesos y ganado en pie, desde los estados de los llanos occidentales y centrales hacia el resto del país; lo cual aleja de los estados no productores de estos rubros, la posibilidad de un consumo de proteínas suficiente para una dieta saludable o una ingesta calórica suficiente para el sostén de la vida; con el agravante de obligar a los productores a venderle al gobierno entre el 30% y el 50% de su producción para los alcaldes , gobernadores o militares al precio que el régimen les fije arbitrariamente.

Con el precio del cartón de huevos, un solo huevo cuesta más de doce mil bolívares (Bs.12.000,ºº), y sin el acceso a otras proteínas, para poder saciar el hambre, ya en Venezuela no podrá nadie comerse un huevo de una sola vez, sino que tendrán que comenzar a CORTAR LOS HUEVOS para que duren todo el día.

Entonces, deja de quejarte de lo que pasas en el país donde has emigrado y disfruta de haberte salvado de morir de hambre en el ex país, ahora colonia de Cuba.

Por Tomás Castellano: @viejocaste en Twitter e Instagram

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