"La migración mental"; un artículo de Tomás Castellano

«La migración mental»; por @ViejoCaste

Hay varias cosas que afectan la adaptación del venezolano a su nuevo lugar de residencia fuera de Venezuela, hoy me voy a referir al “Patriotismo”, bien entendido. Una de las cosas que aprendemos en Venezuela desde que estamos muy pequeños es el patriotismo, el cual podríamos definirlo como la relación sentimental con un país, sus paisajes, su cultura, sus costumbres y su imaginario; esto se profundiza hasta llegar al pueblito donde nacimos o crecimos. Cuando vamos a la escuela nos enseñan los símbolos de la patria y aprendemos a amarlos y respetarlos, a veces a tal punto que llegan a formar parte de nuestra identidad. Esto lo podemos ver también en otros países, de hecho un lugar común es comparar al país con nuestra madre, le llamamos “La Madre Patria”.

Antes de que el “Chavismo Castrocomunista” llegara a Venezuela, se nos enseñaba que el color azul de la bandera, significaba “el azul del mar que nos separa de nuestra madre patria, España”; tal vez esto suene contradictorio, pero hay que investigar un poquito en nuestra historia y conocer cómo nació la bandera tricolor. Tarea para quien esté interesado. Esto se convierte en una ventaja psicológica en el imaginario del venezolano que emigra a España, porque ya lleva esa semilla de amor por España en su subconsciente. No quiere decir esto que nos olvidamos de Venezuela, donde quedan nuestras familias, nuestros recuerdos más preciados, sino que mejora nuestra capacidad para diferenciar el pasado que deja de ser y el presente migratorio que requiere de toda nuestra consciencia para ubicarnos en el tiempo y en el espacio.

Ahora, esto es válido para los inmigrantes en cada país de destino: Debemos poner la mirada en el presente migratorio y desarrollar amor por nuestro nuevo país, hasta que pueda convertirse en nuestra nueva patria. Debemos aportar de lo que tenemos para ser proactivos en el indetenible proceso de transculturización que se desarrolla desde el mismo momento que pisamos el suelo del nuevo país. No debemos vivir anclados a lo que dejamos atrás de tal suerte que se convierta en un impedimento para adaptarnos genuinamente a lo nuevo.

Siempre he recomendado a quienes toman la decisión de emigrar de Venezuela que tomen una agenda con tapa dura y en la primera hoja de cartón escriban un desiderátum titulado “Por Qué Me Fui De Venezuela” haciendo un listado con sus razones personales; y que lo lean cada vez que sientan necesidad de regresar, o se sientan desmotivados para luchar con lo que significa emigrar: soledad, separación de la familia y de los amigos, cambiar la dieta, adquirir nuevas formas de relacionamiento, trabajar en un oficio distinto al que estamos acostumbrados, sobre todo si es un oficio de aquellos que nuestra cultura (¿o incultura?) nos hacen considerarlos denigrantes, como lavar platos, cocinar, servir de mesoneros, etc.; a propósito de esto último, he oído a muchos no emigrantes, decir cosas como “prefiero quedarme en Venezuela pasando trabajo con lo que gano como profesional, que irme a otro país a lavar platos”; haciendo gala de su ignorancia de que TODO TRABAJO DIGNIFICA y restándole importancia a las otras cosas que se disfrutan en otros países: Libertad, Democracia, calidad de vida, seguridad personal, desarrollo de las artes y oficios, etc.; tal vez como mecanismo de defensa para aminorar la frustración propia por no poder emigrar.

Es común escuchar referirse a Venezuela como el país más bello del mundo: cosa totalmente infundada, porque cada país tiene sus bellezas naturales que le son propias, incluyendo a Venezuela… y déjenme decirles que un país es algo mucho más allá de sus paisajes.

Es aquí donde entra un fenómeno que impacta al inmigrante y lo hace protagonista: La Globalización Real. Si ponemos en su justo lugar nuestro patriotismo y le damos cabida a lo nuevo que estamos viviendo, nos enriqueceremos como personas. Si tenemos la oportunidad de revalidar o convalidar los títulos profesionales, seremos mejores profesionales que los locales del país receptor, porque nuestra visión se amplía y porque tenemos un factor cultural respecto a nuestras profesiones y oficios, que nos diferencia del resto del mundo: Consideramos nuestra profesión como parte de nuestra personalidad, mientras que para ellos es simplemente un trabajo. Si ponemos esto en su justo lugar, no vamos a sufrir de penas, temores y debilidades, al tener que trabajar en algo distinto a aquello para lo que estudiamos en Venezuela, mientras logramos equipararnos con los profesionales (su legalidad) del país receptor.

Así que, vivir con un patriotismo exacerbado sobre Venezuela, opera en nuestra contra como inmigrantes; al menos que te conviertas en un activista político que está en ese país organizando una forma de resistencia real (no un paladín de las redes sociales) para impactar los cambios políticos que se requieren en Venezuela; lo cual te saca de la categoría de inmigrante.

Todas tus energías, incluyendo la energía neuronal, debe estar enfocada en la construcción de tu nuevo hábitat; en integrarte culturalmente, en desarrollar aprecio por las cosas nuevas del país que te acoge y comprender por qué los nacionales de ese país actúan como actúan y hablan como hablan; tratando de evitar las comparaciones, para poder liberar espacios en tu mente y así poder ocuparte en renovarte cada día, hasta que te conviertas en ciudadano de tu nuevo País.

Si estás allí por un “mientras tanto”, me atrevo a afirmar que estás por la motivación equivocada; sobre todo si ese mientras tanto se refiere a la espera de un cambio en Venezuela; lamento decirte que han de pasar muchos años antes de que Venezuela sea libre y soberana, antes de que el campo y la industria alcancen niveles aceptables para el abastecimiento sustentable y suficiente; han de pasar décadas antes de que sea un país normal; así que pon tu mente en España, cumple con las leyes migratorias (no te quedes ilegalmente) y esfuérzate por ser un buen ciudadano, que trabaje, aporte y así llegues a ser un patriota español.

Por: Tomás Castellano // @ViejoCaste en Twitter

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