"Tratar de contener la emigración no basta para protegerse"; por Tomás Castellano (@ViejoCaste) - InmigrantesEnMadrid.com

«Tratar de contener la emigración no basta para protegerse»; por Tomás Castellano (@ViejoCaste)

Venezuela es un país que ha estado lleno de talento humano, el cual se ha estado vaciando progresivamente con la emigración que comenzó tímidamente en 1999 con la llegada al poder del gran felón Hugo Chávez, cuando los más visionarios lograron caracterizar al sátrapa y adivinar sus planes y sus verdaderas intenciones de destruir al país, alterar la región e idiotizar más a las izquierda latinoamericana.

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Ante la crisis interna del otrora floreciente país, lleno de recursos y con creación de riqueza (nunca un país rico, como neciamente se han creído los venezolanos), los gobiernos del mundo hicieron lo mismo que en el caso de Cuba por casi seis décadas: Aislarlo y que se jodan los cubanos.

Pero Venezuela no es una isla, posee unas fronteras muy amplias, transitables por tierra, mar y aire, difíciles de contener, por más medidas legales, de control policial o de cualquier tipo, que se implementen, dado que ahora es desesperada y masiva la huida, además de estar cada vez más ajustada al derecho humanitario (de guerra) por el genocidio continuado que ejecuta la dictadura desde que la inició Chávez, así todavía haya gente y gobiernos que pretendan desconocer la responsabilidad penal del difunto y sus adláteres que le han sobrevivido y se esconden por el mundo en grandes mansiones, fincas y paraísos fiscales, como es el caso de Rafael Ramírez y Jesse Chacón, dos saqueadores del tesoro nacional y ejecutores de los más oscuros negocios que llenaron las cuentas de las herederas «pata en el suelo» y las suyas propias, entre otras decenas de delincuentes comunistas.

Otros permanecen ocultos en el país, como grandes jefes de bandas delincuenciales, ladrones y asesinos, narcotraficantes y traficantes de oro, coltan, gasolina, diesel y alimentos; algunos escondidos en territorios y pequeños guetos que son sus jaulas de oro; pero cuyas acciones llenan de zozobra y terror a los ciudadanos comunes, quienes no ven otra solución a la sobrevivencia que traspasar las fronteras, hoy en forma masiva y perniciosa para ellos y para los países receptores.

También, usando la gran asesoría nefasta de los autores del «Marielito», el régimen promueve la salida de bandas delincuenciales completas para desestabilizar Suramérica y hacerle difícil la aceptación a los venezolanos de bien (que son muchos, no sé si la mayoría, porque no llevo esa cuenta). Tal es el caso del Tren de Aragua y la gran cantidad de ex funcionarios y empleados públicos que antes gritaban «así, así es que se gobierna» mientras, en su ineptitud, destruyen las empresas venezolanas, hasta acabar con el 94% de las empresas en el territorio arrasado por el socialismo real. Vemos jueces violadores de derechos humanos, pidiendo asilo y muchos saliendo mimetizados entre los ciudadanos honestos que salvando su vida emigran, dejando «la barbarie de los bellos paisajes y de la gente chévere» atrás.

Si solamente los buenos emigraran, ya sería suficiente para crear un clima de desestabilización social, económica y de otros órdenes en los países receptores, porque como dice la canción latina «No hay cama pa´ tanta gente»; la demanda de servicios públicos, alimentación, medicinas, vivienda, educación y todo lo que implica un crecimiento poblacional, no es fácil de resolver en corto plazo, ni en forma intempestiva, sin planificación, mucho menos con la precariedad de una emigración para salvar la vida, que le resta planificación y sostenibilidad a la migración, haciendo difícil saber o estimar cuántas personas están realmente dispuestas a quedarse en un país o ciudad determinada a hacer vida, conformar familias y aportar para el desarrollo del país receptor.

La realidad de la conversión de la emigración en verdaderos desplazados, con el carácter de Refugiados, está moviendo mucho dinero que no se convertirá en crecimiento para el país receptor y, probablemente, una buena parte se quedará en los bolsillos de los burócratas corruptos, que no faltan en Latinoamérica. Hasta que de Venezuela no sean desalojadas las bandas internacionales y nacionales que han tomado el poder, para desde allí garantizar la efectividad de sus fechorías y la impunidad de sus delitos, el mundo no va a ser un lugar seguro. Si solo mencionamos el terrorismo internacional asociado con la izquierda latinoamericana, el narcotráfico que ha encontrado nuevas rutas y mecanismos que hasta usan los canales diplomáticos y aviones oficiales con inmunidad para llevar la perniciosa droga y mover los pagos en efectivo, para burlar los controles impuestos; es suficiente razón para que ningún gobierno decente del mundo se quede de brazos cruzados, limitándose a aislar al purulento socialismo venezolano, que ya es español y convive en el Bronx; en la misma tónica del egoísmo de cada país y por su propio bienestar, es necesario que intervengan en forma contundente, creativa y eficiente para liberar a Venezuela.

No se trata solo del Deber de Proteger a los Venezolanos de las permanentes violaciones de los derechos humanos, que son constantes, masivas y progresivas; se trata de proteger sus propios ciudadanos, sus economías y su crecimiento integral.

Hay un gran retraso en la comprensión de esta realidad y por ende en una actuación eficaz para desalojar a las bandas y proteger a sus propios países y a los Venezolanos; pero todavía no es demasiado tarde.

Desafortunadamente, el mundo hoy carece de líderes de la talla de Winston Churchill y Roosevelt, de Militares como Patton y de visionarios pragmáticos como Marshall; para que se tomen iniciativas y se logren acuerdos reales y acciones eficientes para detener la felonía humanitaria que se produce en el mundo; entonces todo el peso se lo han dejado a Los Estados Unidos, mientras Europa trata de autodestruir la Unión y los Rusos mantienen la pantomima de un nación fuerte que no lo es y China muestra su intención de hacerse con las empresas mundiales, en tanto que a escondidas entregan sus finanzas en manos de Wall Street.

Ya no es posible aislar al país muerto, la pestilencia traspasa las fronteras y el llanto de los huérfanos de patria se oye en los confines de la tierra, solo amortiguado su ensordecedor estrépito por los gritos de los oprimidos de Damasco y distraídos por los medios de comunicación social que persiguen noticias y no fenómenos complejos como la narcodictadura de venezuela; que, por cierto, no es venezolana.

Por: Tomás Castellano / @ViejoCaste en Twitter e Instagram

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