«Los superhéroes Cristiano y Messi», por @GeraldoMeneses

Tres generaciones atrás discutían en las calles cuál superhéroe de las tiras cómicas marcaban sus días. Era aleccionador e inspirador ver soñar a los niños con la idea de convertirse –aunque sea una quimera- en un nuevo “Batman, Superman o el Capitán América, y aun cuando éstos siguen vigentes y mantienen la emoción, sus hazañas sólo quedaron para la televisión y el cine; unas dos horas de entretenimiento sano. Pero desde hace unos 10 o 15 años, yéndonos a su etapa de adolescentes, Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, hoy compartiendo cinco balones de oro cada uno por sus logros dentro del fútbol, se han convertido en los verdaderos superhéroes de la historia universal. Sus habilidades humanas parecen de otro planeta y sus vidas apegadas al deporte y a la familia, hasta ahora, son el mejor ejemplo para tantos niños y muchos adultos.

Si vas caminando por cualquier calle del globo no es nada casual que en una esquina haya un grupo de infantes jugando a la pelota, y peleándose en su inocencia por representar en el juego a continuación a sus ídolos: Cristiano y Messi. Aquellos dos que se llevan el cetro se sienten grandes y marcan sin duda una superioridad que ninguna vitamina B o C que les dan en casa sus padres pueden compararse. Es sinceramente algo mágico, como si bajara un hada madrina y les guiara sus pasos. Ver la contienda nos demuestra lo dicho, pareciera que el universo se alineara para que los dos “cracks” sean los mejores dentro del campo. Al finalizar se abrazan y se van cantando de nuevo a sus casas, soñando algún día emular siquiera uno de esos pases que sus superhéroes hacen en la liga española de fútbol y en los campeonatos internacionales.

Messi fue como el molde inesperado en la historia; un chico latino, aunque criado mayormente en España, alcanzó la máxima gesta del balompié, que después de Pelé y Maradona, avivó el fuego de una idolatría deportiva que se conjuga con ese sabor sudamericano, haciendo que su reinado se parezca tanto a la realidad, donde muchas nacionalidades que se creían ajenas a la mayor competitividad por no ser europeos, por ejemplo, o por no tener recursos económicos, vieran que los sueños sí son posibles de concretar con esfuerzo y dedicación. Leo, como le gusta que le llamen sus amigos y familiares, de voz pausada y un tanto melancólica, ha sabido manejar la fama; su mirada no denota la misma, pareciera que fuese aquel chico rosarino que jugaba en las calles de su Argentina natal. Eso le hace tener la fuerza del cariño, porque además es sincero. Ha conformado una familia hermosa con su esposa y tres hijos, y hasta entonces no se le ha conocido ningún tipo de drama mediático que pudiese empañar su impecable trayectoria. Messi no sólo nos da clases dentro del campo, sino fuera de él.

Es el personaje que también puede llorar y enojarse, como lo demostró en la final de la copa América Centenario de 2015 cuando dijo, tras perder la selección gaucha con Chile el campeonato, que se iría del seleccionado albiceleste con profunda tristeza, algo que rápidamente pudo rectificar y hoy es el referente para el sueño de los argentinos en el próximo mundial de Rusia 2018. Leo cuenta con cinco balones de oro, y un sinfín de premios internacionales; el también llamado “pulga”, por su corta estatura, ha conseguido los máximos laureles como jugador del Barcelona Fútbol Club, más de 520 goles en clubes y 123 con el equipo argentino.

Por su parte, Cristiano, más mediático publicitariamente, también ha tenido en cuenta que la fama no sólo puede basarse en escándalos. Ronaldo, el portugués multifacético e idolatrado está a la par de Messi; el equilibrio perfecto de dos historias similares pero que guardan diferencias. El máximo líder del Real Madrid y de la selección lusitana de fútbol ya escribió sus propias líneas entre los inmortales, su fuerza y determinación lo llevaron a lo más alto del pódium. Ese niño de Madeira que soñaba con pisar los más extraordinarios campos futboleros hoy es el sueño de millones alrededor del mundo, quienes se esmeran por siquiera ser un poquito igual a él. Cristiano cuenta con una velocidad, medida estadísticamente, fuera de serie, y su pegada al arco es de las más alucinantes desde que el fútbol es el deporte rey. Ya sumó su balón de oro número 5, y en la gala de premiación apuntó que desea unos dos más; una aseveración que se compaginará con la garra que le pone éste superhéroe a sus entrenamientos.

Sus pose de facha y galán no dejan detrás su incansable labor diaria basada en ejercicios y mentalizarse en sus metas, cuestión que le enseña a su primogénito Cristiano Jr. En este 2017 la familia de Ronaldo creció, está emparentado con Georgina Rodríguez, criando cuatro niños: los dos gemelos Eva María y Mateo, Alana, y el ya nombrado chico mayor Cristiano Jr. Aunque su vida privada siempre ha traído algunos rumores, Ronaldo los ha sabido desmentir y sortear cualquier escándalo, un plus al momento de evidenciarlo como un gran personaje frente o no a las cámaras. Ha marcado más de 540 goles en los clubes a los que ha pertenecido; en el último, Real Madrid, ya es considerado el más grande, superando marcas como las de Di Stéfano, un inolvidable jugador merengue.

Muchos asumen que Maradona y Pelé siguen siendo los más grandes jugadores de fútbol de todos los tiempos; una aseveración difícil de cuestionar, ciertamente; también afirman que la era digital ha elevado aún más las figuras de Cristiano y Messi; otra verdad discutible. Pero lo que sí es cierto es que los dos últimos entienden el peso de ser los “más grandes” y ejemplo para la juventud, demostrando con tesón, carisma y humildad que la vida está cargada de sueños que se pueden hacer realidad si el camino que se sigue es el de la pasión y la perseverancia. Ahí está el éxito de Ronaldo y Leo, los nuevos superhéroes cercanos, los de verdad.

Por: Geraldo Meneses / @GeraldoMeneses en Twitter