"Vivir en Madrid me ha enseñado muchas cosas"; por Enrique Vásquez

«Vivir en Madrid me ha enseñado muchas cosas»; por @EnriqueVasquez

Hoy 19 de junio, al escribir estas líneas, estoy cumpliendo 11 meses desde que salí de Venezuela rumbo a Madrid. Hace casi un año de ese momento que subí al avión de Conviasa y me encomendé a Dios para que me diera la luz y sapiencia necesarias para superar los obstáculos que encontraría en esta nueva experiencia migratoria.

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Uno de los recuerdos que más vívidamente se quedaron plasmados en mi mente fue el calor que sentí el día de mi llegada. Era algo totalmente nuevo, un calor impresionante, desesperante, destructivo; un calor que explicaba a la perfección aquellas noticias que veía en la TV cuando era niño, de personas que fallecían por «golpes de calor».

Durante este tiempo en Madrid he aprendido que, cuando se tiene la libertad para hacerlo, todo el mundo puede andar a su ritmo y, en líneas generales, ser feliz. Descubrí que es mentira aquella idea que nos inculcaron desde niños, según la cual lo más importante era trabajar como loco para volvernos millonarios; cuando la verdadera y más genuina aspiración que se puede tener es disfrutar la vida y ser feliz.

Otra cosa que me ha enseñado esta ciudad (y este país) es la tranquilidad que proporciona contar con un sistema de salud pública de calidad. Cuando sabes que la atención médica está garantizada ante una emergencia o un problema grave, tus preocupaciones cambian por completo.

También he aprendido que aquí las cosas funcionan y, que para que funcionen, hay dos cosas que deben pasar. La primera de ellas es que la gente tiene que pagar sus impuestos (que por cierto están contemplados en la Constitución como vía de financiación del Estado) y lo segundo es que la gente cumple con su trabajo y hacen lo que tienen que hacer.

Una de las cosas que más me ha sorprendido es ver como pasas a las 9:00 de la mañana por una calle que está aislada por una cinta de “peligro”, donde la acera no se distingue entre tantos escombros porque unos obreros han destruido la mitad de la calzada de asfalto para hacer alguna reparación, en un hueco de cinco metros de diámetro por 10 de profundidad. Pero, cuando regresas en la noche, resulta que no hay ni rastro del trabajo que realizaron, la acera está en perfecto estado, la calle totalmente asfaltada y te pones a pensar si realmente ese trabajo existió o simplemente es tu cerebro jugando contigo.

También he aprendido que esta sociedad es muy abierta y tolerante. En el Metro es posible ver todo tipo de personas y prácticamente no ser testigo de ninguna discriminación. En la calle se escuchan muchísimos idiomas y acentos; y puedes ver parejas de cualquier combinación posible caminando tomados de la mano, dándose besos o quien sabe que más.

La mayoría de los habitantes de Madrid sienten la ciudad como suya, porque la Villa y Corte se adapta a cualquiera sin pedirle mucho a cambio, salvo que la quiera, la respete, la cuide y la valore. Porque como dice un eslogan que he visto en estos días en la calle: “Ames a quien ames, Madrid te ama”. Definitivamente es así.

Escrito por Enrique Vásquez

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