"Ser inmigrante conlleva una buena dosis de transformación"; por por Reina Taylhardat

«Ser inmigrante conlleva una buena dosis de transformación»; por @TaylhardatR

Muchas personas afirman que viajar nos cambia la vida y lo es mucho más, si nos mudamos de país. Cuando emigramos cambiamos radicalmente. Ya sea por decisión propia u obligado por las circunstancias, damos un giro de 180 grados a nuestra forma de vivir, ver y actuar.

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Llegar a un nuevo país, con gente que no conoces, con un estilo de vida diferente y con un trabajo diferente (o, quizás, sin él) para recomenzar, es un proceso de aprendizaje que, para bien o para mal, nos trae un sinnúmero de experiencias que nos permiten evolucionar, transformarnos.

Es posible que no nos demos cuenta de inmediato, pero el tiempo nos lo hace ver y, depende de nosotros, si evolucionamos positiva o negativamente.

El Síndrome de Ulises

Como todos sabemos, la migración ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad y, si bien la mayoría de las personas logra establecerse felizmente en su país de destino, no es falso que muchos han tenido que pasar por un proceso de adaptación cargado de dificultades, tensiones y esfuerzos, conduciéndolos a lo que los psicólogos conocen como Duelo Migratorio.

En los últimos años, a este problema se le conoce también como Síndrome de Ulises, en referencia a la condición de inestabilidad emocional que presentaba Ulises, el héroe griego, quien vivió un sinnúmero de adversidades y peligros, lejos de los seres que amaba.

Según el psiquiatra Joseba Achotegui, director del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR), profesor titular de la Universidad de Barcelona y quien describió el síndrome en 2002, “se presenta en personas que sufren sensación de aislamiento y estrés crónico, entre otros signos, debido a la necesidad de rehacer su vida en otro país”.

“La sensación de fracaso ante el proceso migratorio, la lucha por la supervivencia y el miedo ante peligros físicos o a la detención y deportación del lugar al que llegó, son factores que dañan al individuo a tal grado que pueden originar síntomas del síndrome de Ulises”, explica Achotegui.

Es común que, cuando emigramos, tengamos cierta dosis de estrés e incertidumbre ya que no sabemos a qué nos vamos a enfrentar. Aún si las personas salen en condiciones bien planificadas e, incluso con un contrato de trabajo, el no saber con exactitud qué vamos a conseguir en ese país, nos lleva a llenarnos de inquietud y cierto temor.

La psicóloga industrial Viviana Giménez, con 12 años de experiencia en el área de Recursos Humanos y especialista en Reclutamiento y Selección y clima organizacional, nos dice que, “sin duda, son muchos los factores que juegan un papel importante en el bienestar y el proceso de adaptación de un inmigrante”.

El proceso migratorio, explica Giménez, conlleva a un individuo a enfrentar una serie de cambios culturales, psicológicos, políticos, sociales, etc., lo que acarrea una situación de vulnerabilidad, ya que los cambios pueden generar un importante nivel de estrés que se asemejan al duelo y que comportan como característica común la ambivalencia, la cual se extiende a lo largo de todo el proceso de inmigración.

Factores que condicionan

Los especialistas están de acuerdo en que existen diversos factores que condicionan el bienestar de una persona como inmigrante.

Nos advierte Giménez que, aunque sea una decisión voluntaria, representa enfrentar un cambio de identidad para el cual creemos estar dispuestos. Sin embargo, es un proceso tan complejo y multifacético, en el que se involucran tantos factores, que debemos estar preparados para lograr el bienestar emocional.

Asimismo, Ela Juliana García, licenciada en Psicología, Life&Executive Coach, Facilitador de Aprendizajes y directora del Centro de Formación Gestalt Panamá, nos explica cuáles son esos factores que condicionan la estabilidad emocional del inmigrante:

El primero de ellos tiene que ver con las condiciones básicas de inserción en la nueva sociedad, tales como legalización y posibilidades de residencia o nacionalización; oportunidades de ingresos (establecer un negocio o conseguir un empleo fijo o eventual).

En segundo lugar, las condiciones de orden afectivo-emocional, es decir, los niveles de seguridad que se requieren para cerrar el duelo; tales como desarraigo de sus raíces (separación de la familia); pérdida del capital social emocional y grupos de apoyo (amigos, equipos de trabajo, de estudios); posibilidades de comprar o rentar vivienda; facilidades para lograr acceso a los servicios de salud, educación, etc.

Y, por último, también depende, en gran medida, de las estrategias que se trace el inmigrante, entre las cuales están las ventas de bienes en el país de origen, la formación de capital para el período de transición, etc.; así como los planes de inserción que tenga en el país de destino.

Pero, para García, la decisión de salir del país de nacimiento implica necesaria e irreversiblemente, “dejar ir” el pasado y entrar en un presente-futuro que requiere muchas energías. A mayor número de resistencias para la adaptación, este proceso se hace mucho más lento y doloroso.

No es fácil pero tampoco imposible

Las psicólogas consultadas tienen, además del título, algo en común, son venezolanas e inmigrantes en Panamá, así que su experiencia habla tanto desde el punto de vista personal como en lo profesional.

Viviana Giménez dice que, desde que llegó, ha tratado de ver las costumbres que tiene el país y asemejarlo a las costumbres del suyo. “Como países latinos que son, Venezuela y Panamá, tienen mucha semejanza, además de tener el mismo idioma que, en lo personal, considero facilita mucho más este proceso de adaptación”.

Ella insiste en recalcar la teoría de los parecidos y no de invocar siempre las diferencias porque, aunque las hay, lo importante es respetar la cultura sin tratar de cambiar el entorno, adaptarse a la nueva sociedad a la que decidamos incorporarnos.

Por su parte, Ela Juliana García nos comenta que, además de las condiciones antes mencionadas, elaboró una estrategia que tuvo una transición de unos cuatro años hasta que pudo establecerse en su nueva realidad con las condiciones básicas para ella y su familia. Agrega que, en muchos casos, se viaja sin ningún conocimiento (del país y su contexto) y esto casi siempre encarece y demora mucho más los trámites y puede provocar, incluso, inversiones no efectivas por desconocer el nuevo mercado, etc.

Como vemos, el proceso de migración no podemos ejecutarlo a la ligera. Aunque sabemos que muchos deben hacerlo por situaciones apremiantes, debemos analizar y considerar los pros y los contras de esa decisión. Ello nos permitirá lograr nuestros objetivos de una forma exitosa.

Cuando las circunstancias que nos rodean se ven modificadas de forma radical, nos vemos obligados a una transformación personal paralela. Es decir, es necesario un cambio de rumbo, porque lo que nos habíamos propuesto no es posible o ya no lo deseamos.

En mi caso, también como inmigrante, ha significado una readaptación que me ha permitido ampliar el horizonte, entendiendo que las culturas son diferentes, que es un proceso de acoplamiento progresivo y que debemos estar enfocados en que efectivamente podemos crear arraigo.

Considero que comenzar de nuevo en otro país produce cambios importantes en la forma de pensar porque las personas logran estar más conscientes de los verdaderos talentos, habilidades y capacidades que tienen y pueden desarrollar, lo cual origina un impacto positivo que se traduce en aumento de la confianza en sí mismo, uno de los elementos clave del éxito.

Es decir, todos tenemos conocimientos, facultades y destrezas particulares, sólo tenemos que redirigirlos y aprovecharlos.

¿Cambio de actitud o de conducta?

Muchos de nosotros (y me incluyo) siempre hemos tenido la idea de que para triunfar en la vida tenemos que tener una actitud positiva, pero ¿realmente basta sólo con tener eso en la mente? ¿Nos hemos puesto a pensar que, además de pensar en positivo, tenemos que actuar en concordancia para lograrlo?.

Hago esta reflexión porque recientemente leí un libro de gerencia que me dejó algunas frases y conceptos importantes de destacar. El libro en cuestión se titula “Supera la crisis reinventándote. Una guía hacia la excelencia empresarial y profesional”, de Eduardo García Erquiaga y en el mismo, están estos tres enunciados:

  • Cuando un ser humano tiene claro el para qué, es capaz de soportar cualquier cómo.
  • Nuestros pensamientos determinan nuestra percepción, que a su vez condiciona nuestras acciones y hábitos, por lo que los acontecimientos y las oportunidades que se aparecen ante nosotros tienen mucho que ver con lo que deseamos y alimentamos en nuestra mente y en la de quienes nos rodean. Si quieres algo de verdad, alimenta todos los días el deseo de alcanzarlo.
  • No progresa el que sabe sino el que hace.

Como vemos, los tres enunciados nos permiten enfocarnos hacia la noción primordial en el proceso de migración. Si queremos lograr el éxito, hay que ir más allá de pensar en positivo, hay que ir a la acción, por lo tanto, un cambio de conducta es indispensable. Sabemos que el miedo al fracaso está latente siempre, pero si no lo intentamos, jamás sabremos si lo hubiésemos logrado.

Erquiaga plantea, además, que la superación de los problemas, el logro de los sueños, y el desarrollo personal y profesional de las personas, dependen solamente de ellas, por lo cual es necesario cambiar, reinvertarse, transformarse.

La psicóloga García afirma que la vida es un proceso de construcción permanente de sí mismo que toda persona hace desde que toma conciencia de sí hasta su muerte, sea o no un emigrante. En este proceso de construcción la persona cambia, se transforma y se reinventa, es lo “sano”, ser capaz de realizar los cambios y transformaciones que se requieran a lo largo de la vida.

García sostiene que, para el inmigrante, esta reconstrucción o reinvención plagada de cambios-transformaciones, implica además la asimilación de una nueva cultura, de un nuevo enfoque de vida, de nuevas costumbres, de asumirse en su nacionalidad originaria y adentrarse en una nueva.

Giménez, por su parte, considera que lo primordial es aceptar que hay cambios y para ello es clave tener una autoconciencia que permita reconocer qué se está sintiendo en el momento (alegría, tristeza, culpa, miedo) y cuál es el motivo de esa emoción. Conocerse a sí mismo facilitará la readaptación social y cultural en el contexto del nuevo país.

Todos estos cambios y transformaciones forman parte de ese paso para lograr una adaptación migratoria plena. Cambiar no es sólo creer en cosas que antes nos eran desconocidas o en las que antes no se creía, sino en proceder de manera diferente. Es necesario evolucionar.

Cómo ser un inmigrante exitoso

Como dijimos al inicio, la migración trae consigo un proceso de metamorfosis, no siempre porque nos haya ido mal, sino porque las condiciones en el nuevo país son diferentes, bien sea por sus leyes, su cultura o la idiosincrasia de sus habitantes.

Ese proceso de transición representa un reto importante en el desarrollo de los que hemos decidido migrar y depende de cada uno cómo lo enfrentemos para lograr buenos resultados.

Numerosos expertos afirman que quienes se reinventan son aquellos que toman para sí el dominio de su vida y se dicen constantemente: “yo puedo lograrlo”; así que es importante analizar algunas cosas que nos permitan tomar el control y, de ser necesario, replantearnos los objetivos iniciales.

En esta dirección sería valioso hacerse los siguientes cuestionamientos: ¿Qué deseo hacer, en qué me quiero ocupar?, ¿soy realmente bueno para eso que voy a hacer?, ¿qué beneficios o aportes puedo dar que no lo dan otros?, ¿para qué quiero hacerlo?.

Eso nos permitirá descubrir aquello que, no sólo nos mantenga ocupados, sino que, realmente, nos haga sentirnos bien en ese país que escogimos para vivir. Porque, como decía el novelista y crítico francés Marcel Proust, “la verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos”.

Por: Reina Taylhardat

Comunicadora Social / M Cs. Ciencias de la Comunicación

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